Salió con un carro de supermercados con un globo de los protagonistas del Caso Caval y varios paquetes de papel higiénico. Sacó tibias risas, pero con el correr del tiempo aburrió al público de la Quinta Vergara. Los primeros minutos hubo pifias, mientras que otro sector lo alentaba a seguir adelante. Sin embargo, su rutina no encontró conexión con la gente y siguió a pesar de la reprobación.

Luego de 25 minutos de hablar de la contingencia nacional y corrupción, se despidió del escenario. No se sabe si fue ironía o merecimiento, pero los asistentes pedían la Gaviota de Plata para el humorista. Pero decidió seguir para ganársela, y a pesar de que partió bien el bis, con una alusión a un cantante mexicano que decía que nuestro país era uno de los países menos corruptos, Ricardo Meruane simplemente se desenchufó, empezó a tirar remates predecibles y el Monstruo fue unánime en comérselo por segunda vez, repitiendo su nefasta experiencia en Viña 2011. Aunque dijo que no abordaría tanto lo político, utilizó el recurso igual, pero salió trasquilado.

Esta vez no quiso salir del paso con un «Gracias, no se molesten», aunque lo mencionó, sino con un «Apaga la luz». A modo de resumen, la primera experencia parece no haber sido una mera casualidad o un mal día.

En conferencia de prensa, aseguró que la gente ya no entendía bien el humor y no mostró autocrítica por este fracaso.

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